Hoy me he levantado
pensando en ti,
porque anoche me has causado
un sutil frenesí.
Ayer me quede cautivado
con tu sonrisa,
mas luego halagado
con la premisa
que sugiere
una gota de confianza
que colma el vaso
de la esperanza,
en un momento
en que la templanza
se adhiere
a la añoranza.
Soy preso de tu mirada,
la mirada que nunca
debimos haber compartido.
Mi corazón, cautivo,
se redime del deseo
exhibiendo la cordura,
esperando que esa mirada
no deje cicatriz alguna.
Mi mente esta acosada
por las secuelas de tu alma.
Eres mi dulce veneno,
mi apacible tormento,
mi suave espina.
Eres la droga
que me reanima,
reavivando el fuero de la ilusión.